Sub-Circulo Selva

Colaborando con: En la Selva Lacandona, IDESMAC ha acompañado procesos de desarrollo sustentable y conservación en 15 comunidades ejidales, beneficiando directamente a alrededor de 7,657 personas, con una participación equilibrada entre mujeres y hombres. Estas comunidades se localizan en los municipios de Marqués de Comillas, Ocosingo, Las Margaritas y Maravilla Tenejapa, e incluyen localidades como La Corona, Reforma Agraria, Lacandón, Niños Héroes, Cristóbal Colón, Agua Perla, Guadalupe Miramar, Salto de Agua, Villa Las Rosas, San Luis y otras. En ellas, se trabaja con población indígena y mestiza, impulsando su organización territorial, el manejo sustentable de recursos y la protección de su entorno.

Alcance Potencial del Programa: El trabajo territorial en la Selva Lacandona abarca un estimado de 35,000 hectáreas de propiedad social, dentro de las cuales se promueven acciones de conservación, restauración y manejo integral de paisajes. Las áreas de intervención directa incluyen más de 15,000 hectáreas de selva tropical, donde se desarrollan actividades de reforestación, vigilancia, monitoreo ambiental y ordenamiento territorial. Se estima que el impacto indirecto del programa alcanza a más de 20,000 personas a nivel regional, quienes se benefician de los servicios ecosistémicos derivados del manejo del territorio.

Objetivo del Programa: El propósito principal en esta región es fortalecer los procesos comunitarios de gestión territorial y conservación en el corazón de la Selva Lacandona. Las acciones buscan preservar los ecosistemas tropicales, proteger la conectividad ecológica entre reservas naturales, y fomentar el uso sostenible de los recursos naturales por parte de las comunidades locales. A través de un enfoque participativo, se apoya la toma de decisiones informadas en las asambleas ejidales, se promueve la creación de instrumentos de planeación, y se desarrollan capacidades para que las propias comunidades puedan armonizar la conservación ambiental con sus necesidades sociales y productivas.

Acerca de: La Selva Lacandona es uno de los territorios con mayor riqueza ecológica y cultural de México. Se extiende en el oriente de Chiapas, colindando con Guatemala, y está cubierta por selvas altas y medianas perennifolias, con alta diversidad de flora y fauna. Es hogar de especies emblemáticas como el jaguar, el tapir, el quetzal, y muchas especies endémicas. Esta región concentra una parte importante del sistema hídrico del país, especialmente en la cuenca del río Lacantún y sus tributarios, y es clave para la recarga de agua superficial en el sureste mexicano. Socialmente, la región está conformada por comunidades indígenas lacandonas, tzeltales, choles, tojolabales, y también familias mestizas, quienes habitan ejidos con altos niveles de biodiversidad. Estas comunidades enfrentan condiciones de alta marginación, pero poseen un conocimiento ancestral sobre la selva y una fuerte identidad territorial. En este contexto, el trabajo de IDESMAC se enfoca en acompañar a las comunidades en la defensa y el manejo de su territorio, fortaleciendo su autonomía, sus capacidades técnicas y su vinculación con instituciones, desde un enfoque intercultural, incluyente y de justicia ambiental.

Logros

  • Participación comunitaria fortalecida: Se ha logrado una participación activa de los ejidos en los procesos de planeación territorial, integrando a hombres, mujeres y jóvenes en la toma de decisiones sobre el manejo de sus tierras.
  • Mapeo participativo y ordenamiento territorial: En colaboración con las comunidades, se han realizado talleres de cartografía participativa, donde los propios habitantes han delimitado zonas de conservación, uso productivo, restauración y protección cultural dentro de su territorio.
  • Recuperación de prácticas tradicionales: Se ha documentado y revitalizado el uso de conocimientos locales para el manejo de la selva, como técnicas agroforestales, protección de manantiales y saberes sobre especies útiles y sagradas.
  • Inversión comunitaria en conservación: Diversos ejidos han decidido reinvertir recursos derivados de programas ambientales en obras comunitarias, mantenimiento de brechas corta fuego, caminos ecológicos y vigilancia, demostrando un alto compromiso colectivo.
  • Articulación regional e institucional: Las comunidades han logrado establecer vínculos de cooperación con instituciones como la CONANP, CONAFOR y organizaciones de la sociedad civil. Este trabajo ha favorecido el reconocimiento de sus esfuerzos y el acceso a recursos técnicos y financieros para el desarrollo sustentable.

Desafíos

  • Presión sobre los recursos naturales: La expansión de la frontera agrícola, la ganadería extensiva y actividades extractivas ilegales continúan siendo amenazas para la selva y los medios de vida tradicionales.
  • Conflictos territoriales y fragmentación social: En algunas zonas existen tensiones agrarias o disputas entre comunidades con diferentes visiones sobre el uso del territorio, lo que representa un reto para la gestión coordinada del paisaje.
  • Falta de alternativas económicas sostenibles: Muchas comunidades carecen de opciones productivas viables que les permitan prescindir de actividades de alto impacto ecológico. La falta de infraestructura, mercados o asistencia técnica limita el escalamiento de iniciativas como el ecoturismo, la apicultura o el manejo forestal sustentable.
  • Impactos del cambio climático: La región enfrenta eventos climáticos extremos, que afectan la biodiversidad, la producción agrícola y las condiciones de vida. Las comunidades requieren estrategias adaptativas más robustas para enfrentar estos escenarios.

Impacto
El trabajo territorial en la Selva Lacandona ha contribuido significativamente a la recuperación de la gobernanza comunitaria sobre los recursos naturales. Las comunidades han mejorado su organización interna, generado acuerdos colectivos sobre el uso del territorio, y fortalecido su relación con aliados técnicos y gubernamentales. La selva sigue en pie en parte gracias al compromiso de estas personas que, desde el conocimiento local y con visión de futuro, protegen y manejan su entorno. Se han sentado las bases para un modelo de desarrollo rural basado en la sostenibilidad ecológica y la autodeterminación de los pueblos, articulando la defensa del patrimonio biocultural con la mejora de las condiciones de vida. Esta experiencia ofrece aprendizajes valiosos sobre cómo es posible cuidar la selva y vivir de ella sin destruirla, y reafirma que la conservación con enfoque territorial y comunitario es una estrategia efectiva para enfrentar los desafíos ambientales y sociales de la región.